viernes, 1 de enero de 2016

Hogar perdido


   Un plato encima de la mesa soporta una comida huérfana de apetito, la mesa estira con desidia sus patas hasta el suelo con la esperanza de recuperar su firmeza. Las sillas se niegan a sí mismas,  se han vuelto esquivas y permanecen plegadas contra la pared. Las persianas han caído en brazos de la pereza, bajadas sin la menor intención de subir. El sofá ralentiza el tiempo y convierte los segundos en minutos, los minutos en horas y las horas en días. La cama cascarrabias, intransigente e inquisidora sólo tolera su presencia muda y casi inerte.
La casa entera se ha vuelto loca, ha perdido el juicio, y todo empezó el día que aquella dichosa maleta se atrevió a cruzar el umbral de la puerta.  











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