lunes, 15 de agosto de 2016

ATRAPADO



     Llevas toda la vida atrapado y solo tú puedes verlo. Desconoces quien es el responsable de tu secuestro y a estas alturas de tu vida estas acostumbrado a vivir recluido. Te preguntas si en realidad  importa la identidad de tu captor. Tu despertador insiste, taladra tu mente una y otra vez y sin piedad te arrebata el silencio.
     Reúnes todo el valor que te es posible y te lanzas a buscar la respuesta. ¿Quién oprime tu existencia?
    Sientes la densa e impenetrable tiniebla que envuelve la verdad de tu espíritu y con tus ojos falaces la atraviesas. Un águila miope se lanza a la caza con sus virginales alas en pos de su presa. Regresa majestuosa con una verdad en el pico.
    Tú eres el captor, tú eres quien crea la tiniebla, tú eres quien tiñe la realidad de hipocresía para edulcorar el amargo sabor de tu derrota.
    Tu descubrimiento te impresiona y tu telaraña neuronal da a luz al orgullo que te regala alegría y cien mil sonrisas. Al fin viste el sendero que conduce a tu alma, la piedra filosofal de la felicidad está en tu poder y con ella jamás volverás a perder.
    Pero el orgullo es un ilusionista voraz que se alimenta de las entrañas de tu ser, y las cien mil sonrisas se gastan con el tiempo, y el sendero se torna circular y vuelves al inicio, atrapado. El águila está listo para salir de nuevo caza, pero esta vez lo detienes. Furioso reclama su vuelo mostrándote sus alas que ignoras,  en respuesta a tu apatía él te arranca los ojos a picotazos. Ciego es cuando ves que el águila no puede volar. Todo fue una pantomima creada por tu captor para que siguieras distraído y prisionero. El dolor se vuelve insoportable, la hipocresía siempre hace heridas profundas difíciles de curar, tan difíciles que solo la parca tiene el don de convertirlas en cicatrices.
    Por primera vez en tu vida estas frente al abismo, desvalido, insignificante, desnudo de poder y a merced del silencio y es ahí cuando tu única neurona libre te grita:
   “Repta Gusano”
    Y tu cuerpo cae a plomo contra el suelo, tu boca se inunda de tierra que no paras de tragas anegando tus pulmones y sientes que el oxígeno no entra. Ya está, te rindes y es entonces cuando ves a tú autentico enemigo, MIEDO. EL miedo siempre estuvo al mando, miedo al que combatiste con valentía y certidumbre agrandando su control sobre ti.  El miedo atemporal, que viene de tus recuerdos y proyectas en tu futuro. Es el abismo del presente, es el miedo de morir aquí y ahora. Miedo a renacer siendo otro, siendo tú. Miedo a ser libre y caminar sin  la guía de la experiencia, porque todo es único y nada es especial.
    ¿Cómo ganar esta batalla donde  luchar es agrandar tu derrota?